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Imagen: Mosè, Miguel Ángel

  • Formato Imagen

  • Tema
    LA PALABRA QUE RECIBIMOS ANTIGUO TESTAMENTO

  • Subtema Historia de la Salvación

  • Ciclo Educación Secundaria (+16 años)

Descripción

Este material es parte de la ficha didáctica "Éxodo, desierto y conquista: el Dios que libera, guía y cuida a quienes ama”, disponible en recursos asociados.

Guía de Uso

🔷 Discusión sobre los desafíos enfrentados por los israelitas y sus lecciones espirituales: selección de 3 casos relevantes: idolatría, serpientes y hambruna. - Idolatría del becerro. 🖼️ Imagen: Mosè, Miguel Ángel, 1515, Museo San Pietro in Vincoli, Roma (Italia). El profesor muestra la imagen y dice que es de Moisés, luego de que volviera del monte Sinaí con las tablas de los 10 mandamientos. Les hace las siguientes preguntas a los estudiantes: ¿Qué les llama la atención de la mirada y la postura de Moisés? R: está molesto, lleno de ira, indignado. Postura tensa, cuestionadora. Está observando algo. ¿Qué ven en su cabeza? R: cuernos. ¿Qué creen que puedan significar esos cuernos? Deja que los estudiantes se explayen sobre esto, luego les da la siguiente explicación: la palabra hebra para hablar de cuernos es la misma que se traduce como rayos de luz. Cuando Moisés desciende del monte Sinaí, no solo en esta escena, sino que en otras más, se relata que su rostro brilla, emitiendo rayos de luz, por lo cual los israelitas le piden que se cubra con un velo para hablar con ellos, pues les da temor. Por eso, la traducción de dicha palabra, que además de luz puede significar cuernos, hizo que en la historia del arte muchas obras que retratan a Moisés lo hicieran colocándole cuernos sobre su cabeza. Luego de que Moisés ascendió al monte Sinaí, donde Dios le había llamado consigo para entregarle las dos tablas de piedra con los 10 mandamientos, descendió este y, habiendo pasado solamente 40 días, se encontró con que el pueblo de Israel se había cansado de esperarle, y en tan solo 40 días olvidaron que su Dios era Yahvé, haciéndose la imagen de un animal de oro y adorándola. Moisés rompió las tablas, mandó a destruir la imagen, castigar a los culpables y exaltar a los únicos que no se dieron a la idolatría, que fueron los levitas. Tuvo que regresar luego al monte, para que nuevamente Dios le diera las tablas de la Ley escrita por el mismo dedo divino. Algunos dicen que en realidad la idolatría no consistió en adorar un dios distinto, sino en que, aún creyendo en Yahvé, quisieron creer en Él y adorarlo a su manera, como ellos querían que se viera. Por tanto, la idolatría no sería necesariamente adorar otros dioses, sino también hacernos una imagen equivocada de Dios y rendirle pleitesía a un ser que no existe en la realidad, sino que es mera sombra de la realidad del Dios admirable y maravilloso. Por eso Dios es tan tajante en cuanto a las imágenes: no se refiere a imágenes como a las de santos o santas, sino a cualquier cosa que venga a ocupar su lugar. Es un llamado a conocerle profundamente, ser sus íntimos amigos, para vivir en comunión con el Dios verdadero y no con algo que, aún creyendo que es el Dios de la Biblia, no es sino una imagen inventada por nosotros mismos. Para pensar: ¿y qué si los ateos en realidad están más cerca de Dios que nosotros, dado que han abandonado imágenes erróneas que muchas veces hemos transmitido de Dios, y en realidad no es que no crean en Él, sino que no pueden creer en el Dios que nosotros les presentamos? Les dejo esa pregunta para su consideración, no para que la respondan en esta clase. - Ataque de serpientes. En un momento de la marcha por el desierto, los israelitas comenzaron a quejarse de Dios y de que los hubiera sacado de Egipto y su esclavitud para hacerlos merodear por tanto tiempo en un desierto. Como consecuencia de su queja, una plaga de serpientes del desierto comienzan a atacar a los israelitas y comienzan a morir envenenados. Moisés intercede en ración ante Dios para que libre a su pueblo, y Dios le ordena elaborar una serpiente de bronce que colocar en un lugar visible, sobre un asta. Así, cada vez que un israelita era mordido por una serpiente, bastaba con que mirara aquella serpiente para que quedara sano del todo. Jesús dice que Él es esa serpiente para la humanidad. Quien lo mira, siendo que el verbo mirar o ver en el evangelio de Juan se asocia a la fe en Jesús, queda sanado y liberado de sus culpas. Por eso Jesús dice lo siguiente sobre sí mismo: 📗 “Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna” (Juan 3, 14). - Hambruna y el maná. Solo había pasado aproximadamente un mes desde que los israelitas salieron de Egipto. Ante la realidad del desierto y la dificultad para hacerse allí con alimentos, comienzan a quejarse contra Dios, recordando las cebollas que comían en Egipto. En respuesta al clamor de su pueblo, Yahvé decide enviarles alimento que llueva desde el cielo. A la mañana siguiente, cuando los israelitas ven una cosa blanca que ha caído, se preguntan: ‘¿Qué es?’, que en hebreo se dice “Maná”. De ahí viene el nombre de Maná, esta sustancia a partir de la cual podían hacerse pan o tortillas. Cada mañana los israelitas recogen el Maná que Dios ha hecho caer desde el cielo. Reciben justo lo necesario para comer durante un solo día, con lo cual Dios les quiere enseñar a confiar en la provisión de Dios, quien da a sus hijos e hijas lo necesario para cada día de acuerdo a su necesidad. Esta confianza en Dios tenía que verse reflejada en la obediencia al mandato de Dios, quien solicitó que nadie guardara maná para el día siguiente. Quienes lo hicieron vieron cómo éste amanecía podrido al día siguiente. Pero Dios les pide que un día de la semana recojan doble cantidad de maná. Ese es el sexto día, dado que el séptimo día era el día de reposo, y nadie tenía que recoger maná ese día. A diferencia del maná que cae el resto de los días, el que se reserva del sexto para el séptimo día de la semana no se pudre. Así, durante todos los años que los israelitas marcharon por el desierto, se alimentaron con maná. Podrían mencionarse muchos más sucesos de este período que tienen directa conexión con toda la historia bíblica y con la Nueva Alianza, así como también nos dejan tantas enseñanzas. Sin embargo, por la extensión que tendría la clase de hacerlo así, preferimos resaltar solamente algunos acontecimientos, sin que necesariamente puedan ser considerados los más importantes. 🔷 Enfoque en la relación de Dios con su pueblo durante este tiempo: El profesor presenta una reflexión sobre Dios y su pueblo en torno a cada uno de los 4 últimos libros del Pentateuco. - El Dios que libera a su pueblo: el libro de Éxodo. En el libro del Éxodo, vemos a un Dios que ama a su pueblo, ve su dolor, escucha el clamor que eleva en su esclavitud, y hace lo posible por liberarlo, enviando a Moisés y obrando prodigios milagrosos. Dios libera. También hoy el puede liberarnos de nuestras esclavitudes, de nuestras cadenas mentales, de nuestros vicios y de nuestras formas erradas de ver la realidad, de las cadenas de nuestros egoísmos, individualismos y comodidades. - Caminar al ritmo de Dios: el libro de Números. En el libro de Números vemos que los israelitas iban siguiendo a Dios que se les presentaba en forma de nube durante el día y de llama de fuego durante la noche. Cuando la llama/nube se establecía en un lugar, allí acampaban los israelitas todo el tiempo que esa presencia divina estuviera allí. Cuando la llama/nube se alzaba y comenzaba a avanzar, los israelitas levantaban el campamento y se ponían en marcha. Así, Dios les enseñaba que habían de aprender a avanzar en la vida al ritmo divino. A veces nosotros también somos atarantados, estamos llenos de sueños e ideales y queremos llevarlos a cabo ya, rápidamente, pero olvidamos que llegar a la cima de la montaña requiere de un trayecto que a veces es largo y sinuoso. Debemos aprender a respetar los ritmos de la vida, y quienes somos creyentes, aprender a percibir el ritmo que Dios sugiere, para no ir más rápido que él, o más lento, sino junto a Él. Es como la mariposa. Si quisiéramos acelerar el paso de la oruga a la mariposa, rompiendo el capullo, resultaría una mariposa deforme y discapacitada, incapaz de sobrevivir al no estar preparada para lo que viene. Lo mismo hizo Dios con el pueblo de Israel y lo continúa haciendo con nosotros. Educa al ritmo que sabe que será mejor para que, llegado el momento, estemos preparados para el cumplimiento de sus promesas. - Lo sagrado de la existencia: el libro del Levítico. El libro del levítico es un conjunto de normas, mandamientos y leyes, que parecieran ser extremas, demasiado detallistas, y nos hacen preguntarnos por qué Dios quiere normarlo todo. Hay dos cosas para estudiar este libro bíblico desde una perspectiva hermosa y liberadora: I. Los pueblos vecinos a Israel también tenían normas y sistemas de sacrificios. Sin embargo, éstas no les habían sido dadas por sus dioses, sino que ellos suponían qué era lo que podía agradar a sus dioses y aplacar su ira. Por eso, vivían continuamente en el temor de no saber si lo que hacían u ofrecían era grato a sus dioses. En cambio, Yahvé se revela a su pueblo y les da normas claras y precisas, liberándoles así de la incertidumbre, de la ansiedad y del temor de no saber nunca si logran o no satisfacer las exigencias de su Dios. II. Todo ámbito de la vida termina siendo normado para un judío. Esto parece excesivo, pero la idea tras ello es preciosa: todo es sagrado. En todo, hasta en los más mínimos detalles de nuestra existencia, Dios se interesa, se hace presente, acompaña. Para la mentalidad de la época, que alguien impusiera normas y exigiera obediencia significaba que aquello sobre lo que se normaba era un área importante. Dios, en respuesta a esta mentalidad cultural, normativiza todo, para hacerles ver que todo es importante, que en cada paso del camino tienen la posibilidad de encontrarse con Él, que cada parte de nuestras vidas tiene repercusiones eternas y trascendentales. ¡Los actos, decisiones, opciones y caminos que escojamos en esta tierra tienen repercusiones en la eternidad! - El Dios que ama y conduce a su pueblo: el libro del Deuteronomio. En el libro del Deuteronomio volvemos a leer parte de lo que ya se ha visto en los libros anteriores del Antiguo Testamento. Sin embargo, se resalta aquí el carácter misericordioso, clemente, compasivo y benevolente de Dios para con su Pueblo, un Dios que ama ardientemente y pide una entrega total a Él, mas no por egolatría ni autorreferencialidad, sino porque sabe que Él es lo mejor, lo máximo, lo más hermoso, bueno y bello que existe, y quiere que disfrutemos de Él, de su amor, de su compañía y auxilio, porque sabe que así podremos tener vida en abundancia. Ej. Si estuviéramos ante un cuadro pintado por un gran artista, sería necio si nos centráramos en el marco, olvidando la pintura que tenemos en frente. Si estamos en una galería de arte, pero nos centramos en nuestros celulares en todo el recorrido, perdiéndonos la hermosura de las piezas expuestas para el público, seríamos considerados unos torpes, por decir algo suave. Los mismo pasa con Dios. Seríamos muy torpes si, teniendo la posibilidad de la comunión con un Dios tan increíble, nos contentáramos con algo menor que eso, por más atractivo que parezca. Eso Dios lo sabe, y por eso se muestra a su Pueblo y se acerca, para llevarlo a una experiencia como nunca antes la han tenido.

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